domingo, abril 20, 2008

...

Mientras la luna observaba, le maullaba en el oído, ella respondía ronroneando.

Se paseaba alrededor de él, rozando su piel contra la suya. Se rodeaban oliéndose profundamente. Como en una danza, giraban uno alrededor del otro. El aceptaba la invitación y se montaba en su espalda. Maullaban juntos y terminaban ronroneando.

Desde abajo, la vecina tiraba una piedra al tejado y bufaba -¡Malditos gatos!

Porque aunque tu no lo sepas...

…hace tiempo que te espero. Revisé las fotografías, releí las cartas, consulté los oráculos. Todos me dicen lo mismo: debo esperarte. Puede que me encuentres mañana, desde la micro, tras la ventana de una estación de metro. Puede que incluso no sea ahora, en esta vida, pero debo esperarte.

En algún momento te darás cuenta que soy yo, que es a mí a la que has buscado, que no eres de otra. Entonces dejarás de mirar por la ventana y me verás… desde entonces tu vida tendrá sentido.

Revisarás fotografías, releerás cartas, consultarás oráculos. El dictamen será concluyente: debes esperarme.

lunes, abril 14, 2008

Ser “bien mujercita”

Cuando era niña, era común decir que había que ser “bien hombrecito”, refiriéndose a tener una actitud recta y responsable ante el hacer y también se hablaba de la necesidad de “apechugar” con lo que nos pasa…A poco andar me pareció que no solo los hombres tenían que ser bien ellos mismos, que esa norma también debíamos seguirla nosotras, las mujeres.

Y lo de apechugar, claro, eso también.

Hoy por hoy, creo que trato de hacerme cargo de lo que me pasa, trato de ver que son mis decisiones las que me han traído a cierto punto, acertado o fallido, soy yo la responsable de esto.

Se llama en psicología locus de control interno: lo que nos pasa es fruto de nuestro hacer…y se contrapone al locus de control externo, en el cual siempre somos víctimas de los sucesos, y por lo tanto, carecemos de herramientas para modificar lo que sucede.

En el aula, hay una enorme diferencia entre los niños, según el mecanismo que utilicen. Están los que siempre que fallan es porque la mamá no los ayudó, o tuvo que salir, o porque la “Tía es entera injusta”…a esos niños cuesta mucho ayudarlos, porque toda su capacidad de actuar está depositada en los otros… En cambio, con los otros, con los que ven sus errores como propios, esos pueden reconocer el camino para enmendarlos con mucha más facilidad.

Hoy por hoy, me encuentro pensando en esto ya que diversos hechos del acontecer nacional, me han traído la idea de las responsabilidades.

En mi aula, si algo sucede, yo soy la responsable. No importa que no haya sido yo quien, por ejemplo, ofendió a un niño, es mi trabajo tomar las medidas para enmendar el daño y evitar que se reiteren situaciones similares.

¿Qué tan distinta es esa mirada de la que tiene que tener cualquier profesional? ¿Y con cualquier funcionario público?

Me viene a la mente por lo sucedido con la Ministra de Educación, y su actitud de víctima de la injusticia. Claro, no creo que ella se haya robado ese dinero, pero si creo que estaba en sus responsabilidades el manejo de las subvenciones y que, por una cuestión de rectitud, de “ser bien mujercita” y de responsabilidad política, lo que correspondía era poner el cargo a disposición. Si, ya sé que quiso renunciar, pero después de que saliera el tema de la Acusación Constitucional. Como que ya era medio tarde.

Y qué importancia tiene esto. Que creo que nuestra clase política de una u otra lateralidad, no ha entendido que una democracia moderna requiere de sus líderes rectitud, responsabilidad y ejemplaridad. Que no da lo mismo que errores graves se cometan, si “Yo no sabía”…ese es el problema: no puede no saber.

Lo mismo con el General de Carabineros y la muerte de Matías Catrileo. Obvio, no fue él quien disparó, pero un hecho de esta gravedad requiere que las autoridades se hagan cargo y asuman las responsabilidades que su jerarquía les significa.

O el Edificio Consistorial de Maipú, que construyó el ex alcalde Roberto Sepúlveda y que ahora debe repararse ya que se está hundiendo. Nada se sabe de su responsabilidad, y creo que aquí, no solo hay responsabilidades políticas, sino también, judiciales.

Y claro, esto son solo tres casos, como estos hay muchos.

Pienso que tantos años de Dictadura, hicieron que se olvidara el honor que detentan los cargos públicos y la ejemplaridad con que deben conducirse quienes los cumplen. Claro, si hubo mucho tiempo de impunidades, en donde todo error descansaba bajo el dulce sopor del miedo.

Pero es importante enmendar el camino, para ser democracia, hay que saber que cada ciudadano es responsable, responsable del voto y los dirigentes que elige, responsable de pedir cuentas por estas acciones y de que sean consecuentes con sus discursos de campaña.

Ojalá abundarán en Chile, los debates, los foros de denuncia, el seguimiento acucioso a nuestros dirigentes. No solo a los del bando contrario, que es lo que nuestros políticos hacen cual niños apuntándose con el dedo, a todos. Todos quienes están a cargo de decidir por el resto.

Creo que una buena parte de lo que sucede se debe a que nosotros también hemos asumido un locus de control externo, siempre son los otros los responsables de los que nos pasa. Siempre es culpa del gobierno, o de los empresarios, del jefe, del vecino, del delincuente…

Cuando empecemos a utilizar nuestra voz, a participar a incluirnos aunque no nos inviten, recién entonces podremos sentirnos empoderados, porque al fin y al cabo, siempre algo puede fallar, pero prefiero tener algo que hacer al respecto.

Ya no me gusta echarle la culpa al empedrado.

viernes, abril 11, 2008

¿De quién somos?

A partir del fallo del Tribunal Constitucional en contra de la distribución de la "anticoncepción de emergencia" me ha vuelto esta pregunta.

Ya desde hace años, incluso décadas que me indigna sentirme propiedad de otros, en cuanto son otros quienes deciden sobre mi destino.

Puedo trabajar, casarme, divorciarme, escoger gobernantes, cambiarme el nombre e, incluso, venderme al mejor postor, pero no puedo decidir qué pasa en mi útero.

¿Por qué no puedo ser yo quien decida qué hago con mi cuerpo? ¿Quién mas plantó su bandera en mi vientre?

Un amigo, a quien quiero mucho me remite a la columna de Carlos Peña, el cual hace un análisis desde lo jurídico de este fallo y sus antecedentes legales.

Allí aparece la norma que permite al tribunal fallar en contra, que corresponde al deber de proteger la vida que está por nacer, pero también incluye algunos criterios de la discusión en la cual se expresa que las creencias religiosas o personales no debían permear normas tan esenciales.

También menciona otro punto, que es la inconsistencia, ya que sí se permiten otros métodos anticonceptivos que operan de la misma forma que la pastilla de emergencia y, por otra parte, no prohíbe la venta del mentado fármaco, solo su distribución a través del sistema de salud público.

Acompañaba a esta columna un sinfín de comentarios, muchos teñidos de política y muchos, la mayoría, escritos por hombres... parece que el tema de nuestros vientres les importa más a ellos que a nosotras y , también, que esto es una pugna entre derechas e izquierdas…

Para mi es un tema de dignidad, de poder recurrir a los métodos que la ciencia me otorgue para ejercer mi libre albedrío... porque, en ocasiones como estas, pareciera que ese concepto se desdibuja y se remite a una cualidad vedada para nuestro género.

Me cansa que las ideologías particulares constantemente me impongan sus escalas valóricas. Yo creo en otras cosas, veo la generación de la vida desde mi propia óptica y no pertenezco a ningún rebaño que deba ser guiado ni he reconocido a ninguno de estos hombres como mi pastor.

Quisiera que nos dejaran vivir, tal cual como nosotros solo nos atenemos a mirar con curiosidad sus costumbres.

Para colmo entre los comentarios de esa columna aparece alguien que argumenta que la baja en la tasa de natalidad es razón más que suficiente para vedar estos métodos anticonceptivos.. como si nuestro deber sea ése, cual vaca procurar mantener el número de las cabezas de ganado.

Imposible no indignarme. Creo que ya es hora que estos modos de pensamiento y acción sean relegados al olvido. Ojalá que puedan acordarse que yo al igual que todas las demás mujeres somos ciudadanas, aportamos y construimos, no somos parte del decorado. Y exigimos respeto por nuestra dignidad y nuestros derechos.