lunes, diciembre 19, 2005

Santiago 3.

Miras por la ventana, las mismas calles de miles de otras tardes iguales a esta. Miras como si el destino estuviera allá, tan solo esperando que bajes y te acerques. Miras como si la lluvia que empaña este vidrio fuese la nebulosa de tu vida que se extiende ante tu mirada interminable. Yo también miro y te veo... sentada a pocos pasos de mí. Te miro explorando mi destino en la desesperanza de tus ojos. Esa desesperanza que nutre mi obsesión por ti. Te levantaré de tu insignificancia. Te libraré de la pesadumbre de tu anonimato y de tu igualdad. Te haré única entre todas. Hoy es el día. La lluvia favorece las circunstancias, y nos da un mejor ambiente para nuestra historia. Me levanto antes que tu y anuncio mi parada. Te bajas tras de mí. Me detengo a comprar cigarrillos. Te sigo. Por fin tendrás la esperanza de no ser otra más. Tu cara y tu cuerpo saldrán mañana en todos los periódicos, y en tu nombre se emprenderán cruzadas de venganza. Y todo gracias a mi, querida, pero no me lo agradezcas.

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Quiero ser aire, agua, alimento. Casa, cama, cobijo. Calor y frió. Quiero que me lleves en ti. Quiero poblarte.