Ser hombre. Qué cosa más difícil. Querer proteger y tener que pedir permiso para que te dejen hacerlo…mmmh, no sé. No debe sentirse muy bien. Yo suelo ser muy tajante a este respecto, pero me doy cuenta que no pierdo nada de mi independencia si dejo que me cuiden un poco…al fin y al cabo la independencia está en ser capaz de gobernarme a mi misma y ser autónoma. Soy ambas cosa, el dejar que me cuiden no me quita ninguna, solo pone en mis manos la posibilidad de sentirme cobijada y acompañada.
Volviendo al tema de “ellos”, claro que debe ser difícil no saber si lo que se espera es un “avance” o si el rol es esperar a ser “llamado”… Invitar a bailar es ya algo de otro siglo…abrir la puerta, ir a dejar, pedir pololeo suena a película en blanco y negro…
Y nosotras nos hemos apropiado de todos sus roles en la conquista, somos tan fuertes, seguras e independientes que podemos seducirlos descaradamente, sacarlos a bailar y comenzar relaciones y bautizarlas según lo que nos parezca mejor.
¿Qué se sentirá ser hombre?
Me imagino que los que viven la antigua escuela, los alfa, habitan un mundo en que las mujeres para ellos ya no existen o están, al menos, en vías de extinción. Tratan de vivir con normas, hábitos y expectativas que les hacen parecer neandertales o por lo menos, anacrónicos. Reciben críticas por su sobreprotección y también por su falta de alfabetización emocional, por sus ensimismamientos deportivos y exceso de bestialidad en la cama…
Una situación nada auspiciosa si consideramos las féminas con las que tienen que lidiar.
Por otra parte, aquellos sensibles, cultos, globalizados, empáticos y fervientes admiradores de la mujer, no acaban de entender que tampoco queremos una “amigui-amigo”. No pues, nosotras queremos un hombre que sepa ser hombre sin llegar a ser bestia.
Y en este deambular los omega se pierden, se van al extremo…creo que a ninguna amiga le gustaría emparejarse con un hombre que sea más emocional, complaciente y vanidoso que ella.
Y tampoco creo que el ser siempre comprensivos sea tan, tan buena idea. También es necesario un poco de rudeza, de reacciones que huelan a testosterona, sin estar saturadas de ella.
Es decir, su futuro es funesto. No sirven ni los alfas ni los omegas. Necesitan encontrar un punto intermedio. Un poco bestia, un poco evolución.
Alguien que sepa dosificar los instintos en gratas sesiones nocturnas (y /o diurnas, como venga al caso) y también que sea capaz de guardar la testosterona para después y acogernos en nuestras penas y alegrías.
Sé que está difícil, para nosotras también lo es… Queremos ser todo lo que “debemos”: mujeres independientes, autosuficientes, multifuncionales (madres, hijas, amigas, parejas, trabajadoras)…todo ello con la máxima eficiencia y la mejor sonrisa.
Nada que hacer…el hombre y la mujer deberán aprender a construir nuevos perfiles, a descubrir en si mismos quien quieren ser.
De todas maneras, para mi es claro que alfas y omegas son dos versiones muy pobres de lo que los hombres pueden ser. Yo les tengo fe, sé que se están buscando y van a hallarse mucho más cómodos cuando encuentren que son mucho más que el espectro de una simple letra.