sábado, junio 07, 2008

Un poema no tan antiguo y uno de hace décadas...

II

Sobre la carne,

gotean los días.

caminan los abismos.

El cielo infinito deja caer sus gotas de tiempo. (2004)

Escribiré tu nombre con

blanco en blanco

para que quede puro

y desaparezca.

Pintaré tus signos en negro

en la pared oscura

para que el silencio

sea absoluto.

Sin mensajes,

dejaré tus huellas en la carne.

(1990 y algo, aún en la media)

Tener 30

Esto de dialogar conmigo misma me da mucho qué escribir, cada vez fluye más fácil. Aunque hay veces en que resulta difícil hacerlo, esas veces cuando mis diálogos internos intentan vivir el día a día y ando sumergida en la realidad. Pero hay que salir a respirar de vez en cuando y es entonces que se puede ver que las cosas no andan tan bien en la superficie. A veces, solo las explosiones más furibundas o los errores más caprichosos e insensatos nos delatan realidades que es más fácil obviar.

Pero bueno, ya estoy en los treinta y debo ser consecuente con mis sueños, aunque aparezca con fuerza el temor a nunca alcanzarlos.

Supongo que de eso se trata la fe, de creer y lanzarte al vacío que puede estar al final de tu búsqueda por un sueño. De un sueño que no depende de ti, de tus ganas o capacidades, sino de la suerte o del destino.

Pero, mientras sueño, otros regalos me llegan. Mientras sueño la vida transcurre de la mano. Mientras sueño, la Tierra sigue girando y yo sobre ella.

El tiempo pasa, y yo trato de vivir cada momento. De sentir cada brisa. De acariciar cada segundo. Porque el mayor amor es hacia la vida misma y las oportunidades que me ha dado.

Ya llevo treinta años, no creo tener grandes logros. Ningún libro registrará mis hazañas. Pero la vida es río que fluye, y las aguas de mi torrente, siento, que han engendrado algo…

Sobre las responsabilidades personales

¿Qué tan responsables somos por el daño que hacemos? ¿Cómo se puede reparar el dolor que nuestras acciones provocan en otros? Creo que no es un tema menor para nadie, y para quienes que, como yo trabajamos con personas, es mayor aún.

El peso de mis actos puede ser tal que requiere de una constante revisión y de una actitud atenta a solicitar las disculpas para reparar el daño que una actitud inadecuada o una respuesta desacertada, provoquen.

En lo personal cuesta, porque a veces actúo desde la profunda creencia de que es lo correcto, pero lo que resulta bueno para mi, muchas veces provoca daño en los demás…y claro, obvio que eso tiene un impacto en quienes puedes seguir llamando amigos. Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero no sé qué tan cierto es. Hay heridas que sanan pero dejan cicatrices difíciles de superar, a mi me ha pasado, hay amores rotos, acciones erradas que no puedes olvidar y que abren una brecha invisible entre quién fuiste con alguien y quien podrás llegar a ser, pasado el dolor.

Lamentablemente, es difícil resetearse, y más difícil aún encontrar la acción, la palabra, el conjunto de ellas que haga posible curar los dolores causados, las desilusiones o los abandonos. Al final tiene que ver con los otros, aquellos a quienes herimos, las víctimas de nuestras decisiones y desaciertos, cómo ellos puedan revisar lo vivido y curar sus penas, si son o no capaces de reconocer que nos preocupan y que el daño causado no fue intencional e intentamos repararlo. En fin, si pueden perdonarnos e intentar seguir estando a nuestro lado, pero definitivamente, dadas estas situaciones, la pelota queda en su lado de la cancha. Ellos son los llamados a hacer la siguiente jugada. Nosotros, a esperar.

martes, junio 03, 2008

Sobre alfas y omegas

Ser hombre. Qué cosa más difícil. Querer proteger y tener que pedir permiso para que te dejen hacerlo…mmmh, no sé. No debe sentirse muy bien. Yo suelo ser muy tajante a este respecto, pero me doy cuenta que no pierdo nada de mi independencia si dejo que me cuiden un poco…al fin y al cabo la independencia está en ser capaz de gobernarme a mi misma y ser autónoma. Soy ambas cosa, el dejar que me cuiden no me quita ninguna, solo pone en mis manos la posibilidad de sentirme cobijada y acompañada.

Volviendo al tema de “ellos”, claro que debe ser difícil no saber si lo que se espera es un “avance” o si el rol es esperar a ser “llamado”… Invitar a bailar es ya algo de otro siglo…abrir la puerta, ir a dejar, pedir pololeo suena a película en blanco y negro…

Y nosotras nos hemos apropiado de todos sus roles en la conquista, somos tan fuertes, seguras e independientes que podemos seducirlos descaradamente, sacarlos a bailar y comenzar relaciones y bautizarlas según lo que nos parezca mejor.

¿Qué se sentirá ser hombre?

Me imagino que los que viven la antigua escuela, los alfa, habitan un mundo en que las mujeres para ellos ya no existen o están, al menos, en vías de extinción. Tratan de vivir con normas, hábitos y expectativas que les hacen parecer neandertales o por lo menos, anacrónicos. Reciben críticas por su sobreprotección y también por su falta de alfabetización emocional, por sus ensimismamientos deportivos y exceso de bestialidad en la cama…

Una situación nada auspiciosa si consideramos las féminas con las que tienen que lidiar.

Por otra parte, aquellos sensibles, cultos, globalizados, empáticos y fervientes admiradores de la mujer, no acaban de entender que tampoco queremos una “amigui-amigo”. No pues, nosotras queremos un hombre que sepa ser hombre sin llegar a ser bestia.

Y en este deambular los omega se pierden, se van al extremo…creo que a ninguna amiga le gustaría emparejarse con un hombre que sea más emocional, complaciente y vanidoso que ella.

Y tampoco creo que el ser siempre comprensivos sea tan, tan buena idea. También es necesario un poco de rudeza, de reacciones que huelan a testosterona, sin estar saturadas de ella.

Es decir, su futuro es funesto. No sirven ni los alfas ni los omegas. Necesitan encontrar un punto intermedio. Un poco bestia, un poco evolución.

Alguien que sepa dosificar los instintos en gratas sesiones nocturnas (y /o diurnas, como venga al caso) y también que sea capaz de guardar la testosterona para después y acogernos en nuestras penas y alegrías.

Sé que está difícil, para nosotras también lo es… Queremos ser todo lo que “debemos”: mujeres independientes, autosuficientes, multifuncionales (madres, hijas, amigas, parejas, trabajadoras)…todo ello con la máxima eficiencia y la mejor sonrisa.

Nada que hacer…el hombre y la mujer deberán aprender a construir nuevos perfiles, a descubrir en si mismos quien quieren ser.

De todas maneras, para mi es claro que alfas y omegas son dos versiones muy pobres de lo que los hombres pueden ser. Yo les tengo fe, sé que se están buscando y van a hallarse mucho más cómodos cuando encuentren que son mucho más que el espectro de una simple letra.