jueves, enero 22, 2009

Moon river

La luna llenaba de luz todo cuanto tocaba, los árboles, el agua, las pequeñas malezas que asomaban del suelo, todo se convertía en un sueño de gris y plata. Y dentro de ese sueño, lo más bello, un rostro a solo centímetros de mí. Un rostro de dulces y fuertes facciones, unos labios susurrando una canción en mi oído mientras sus manos me sostenían suavemente. Y la luna y la música nos mecían, y solo deseaba estar en ese baile, rodeada del aroma que adoro. Zambulléndome en la canción que susurraban a mi oído, mientras mi piel se estremecía en un placentero escalofrío. Mis manos descansaban en sus hombros mientras mis dedos recorrían con placer su cabello. Sentirme mecida, transportada por sus manos, girando, danzando, bajo la luz de plata, acunada por el sonido del agua que avanzaba en el cauce. Saber que ese río contemplaba este momento, y que viajaba desde una era a otra, testigo mudo del devenir del hombre…y que nosotros éramos solo un instante más de ese devenir, y que para mi, al contrario, ese instante resumía todo. Toda una vida de espera. Lo que para el río era una gota ínfima, para mi era la esencia absoluta del sentido de mi existencia. Mecida al son de la música en la alegría que solo él podía traerme. Solo su voz podía ser tan absoluta. Solo su amor podría cambiarme como lo había hecho. Y así seguía, absorta en él, en este momento con él. En el regalo de la música, de la luna, del río.

lunes, enero 19, 2009

Después de un sábado...

Vengo llegando de la casa de una amiga donde estuve toda la noche riendo, conversando y bebiendo.

Nada mejor para mi sábado... tengo las palabras pegadas en el cuerpo,y no dejan que el sueño llegue a mi aún. Me siento algo fuera de mi eso sí, un tanto desconectada.

Pero también reviviendo algunas de las palabras, y veo que hice bien y también mal. Bien porque escuché y dije lo que creí podía aportar. Mal porque fui una bruta que se va de lengua con cosas que no debí decir.

En realidad no quise molestar, pero eso no me exime de mi error, me gustaría ser menos imbécil a veces, que haya tenido que hacérmelo ver una amiga me da mucha rabia…sería bueno ser mas adecuada. La historia de mi vida, cómo se aprende a ser ubicada.

Hay temas con los que tengo que tener extra cuidado. Como lo que dices cuando estás con tu ex pololo y su actual polola y que son amigos tuyos y te da por querer hablar mucho, demasiado de cosas que nunca, nunca debes volver a mencionar, como que sabes gustos o formas de ser.

La verdad es algo que hago con mis amigos también, eso de decir ah, “es que le gusta la roncola con dos hielos y limón” o ”no esperes que cuente una historia de corrido sin desviarse en detalles” (ambos de amigas mías) y que en el contexto de la amistad solo reflejan familiaridad, pero en ese otro contexto (que en si también es de amistad pero esta tamizado por peros) las familiaridades son como mínimo de mal gusto. Y si, por eso soy tonta y retonta.

Parezco una quinceañera…porque estás cosas son de sentido común máximo, algo que claramente me escasea.

Y nada, que igual sé de donde viene, no es el deseo de marcar territorio, ni de hacer sentir mal (aunque seguro lo hice y ni me di cuenta, más bruta que bruta), sino de conservar algo que cuesta mucho conservar luego de ser pareja: la amistad. Algo que estaba siempre al fondo de esos afectos y que muchas veces se diluyen en el aire tras una ruptura.

No tengo tantos amigos, la verdad son pocos a los que puedo llamar así y sentir la confianza de querer. Y definitivamente, una pareja es ante todo un amigo. Por eso duele tanto terminar. Por eso ese afán de rescatar las familiaridades.

Pero claro, ese no es el camino. El camino es otro que lleva tiempo, que hay que recorrer lento preocupándose de estar en la distancia, en el espacio común para desde él construir nuevos códigos porque los de antes ya no son válidos.

Y pensar mínimo tres veces antes de decir algo, pero es tan difícil, ese espacio, el de los amigos, es el único en el que no debo andar (hasta ahora) con mil filtros. En la pega debo contar las sílabas y las letras de lo que digo, en la casa algo así…entonces, el único espacio en que me había sacado esos filtros mentales era este, pero ahora tendré que aplicar uno.

Y está bien, no nací ubicada, muy por el contrario, nací inadecuada, y debo aprender a cuidar los espacios en los que vivo.

martes, enero 13, 2009

Sensaciones

No quisiera dejar pasar mas tiempo sin intentar garabatear unas ideas en el papel…demasiadas voces llenan mis días, el sol calienta mi cuerpo y parece que el mundo es demasiado bello para dejarlo por una página del ordenador. No importa, algo tengo que guardar en palabras de los últimos días vividos. Quizás contarles de la textura de la arena en mis pies mientras camino por la playa, sintiendo como la brisa y el sol se pelean mi piel, o cómo las olas se meten bajo mis pies. Quizás hablarles del durazno que comí mirando la costa y a las gentes en ella, como mascada a mascada el dulzor de la fruta se deshacía en mi boca, dejando su suave néctar, mientras el mundo parecía igual de dulce. También contarles del agua, del mar acunándome, de mi cuerpo balanceándose al son de las olas, sentir como si fuese una danza en el que pudiese ser grácil y bella y en donde cada gota de agua fuese una caricia. O hablarles de los días con mis pibes, del cariño y las risas. De las noches de alcohol y sueños, de bromas y conversaciones elevadas. De las idas a la playa para espantar a los fantasmas del alcohol. De los asados juntos. De un pebre y una carne gloriosas. De todo eso. Del olor de la tierra húmeda al atravesar la quebrada, de las hojas crujiendo bajo nuestros pies, de los amigos tan cerca que toda soledad huye. Han sido buenos días. http://es.youtube.com/watch?v=veP2PcvMWKQ

martes, enero 06, 2009

2009

Este año se me hace como otro trecho en un camino cuyo fin se cierne sobre todos.

Tengo la sensación que muchas cosas trascendentes ocurrirán…

En mi pequeña isla de afectos: mi cumpleaños Nº 31 y el 13 de mi hija…muchos recuerdos se me agolpan en el cuerpo y saturan mi alma. Abrazarla ahora me hace sentir algo de asombro ya que aún espero a esa pequeñita, aún pareciera que debiera agacharme para estar cerca de ella. Pero no es así. Y en las noches la observo, y se me aparece la pequeña que fue, esa que se aferraba a mi oreja para dormir. Esa que cargaba en mis brazos. Y ahora veo a esta mujer en ciernes, a esta bella Luna, llena de misterios y palabras que me sorprenden constantemente. Leo sus letras y me encanta lo que hallo en ellas. Veo su rostro y pareciera que he hecho algo provechoso con los días que me han dado.

Y luego amplío el círculo y me encuentro con otros afectos, todos ellos preciados y fundamentales. Y más allá está el trabajo que también me dio algunas victorias y me plantea nuevos desafíos.

Pero, hasta ahí llegan mis confianzas. Le temo al mundo. Temo la emoción reinante, esta especie de hálito ambicioso e individualista. Temo a la vanalidad de los discursos, a la falta de ética colectiva, de proyectos conjuntos. Temo a nuestra falta de temor, a esa insensata gallardía con que nos apropiamos del mundo, donde cada cual toma lo que quiere, porque se siente con el derecho a hacerlo.

Recién hablaba con un amigo, que ayer tuvo un incidente en la autopista, por culpa de la caída de un objeto desde otro auto…nada grave ocurrió pero me contaba, que el conductor del otro auto, no le dijo nada, ni disculpas, ni nada. Como si no hubiese puesto en riesgo la vida de todos quienes iban en el auto…¿se puede ser así se bestia?

Es como si hubiésemos apagado nuestra empatía y responsabilidad, como si todo atisbo de conciencia estuviese olvidado o relegado a nuestros hogares.

Y de trasfondo de esta sinfonía macabra, se escucha un rumor sordo, de almas dolientes, solas. Lejanas unas de otras. Porque claro, tanto individualismo, no puede traer más que dolor. Somos con los otros. Pero estamos tan lejos de ellos. No queremos ni pensar en eso.

Y así se da en todos los niveles. Todos luchan por su metro cuadrado, personas, empresas y países.

Tengo miedo del futuro. No tanto por mi, no puedo quejarme, he tenido mi cuota de amor y risas, de abrazos y despedidas y he aprendido.

Más temo por esa bella Luna, que recién se encumbra en el mundo, que recién está abandonando el capullo y descubriendo quien será. Temo que no tenga tiempo suficiente. Temo no poder protegerla de lo que el tiempo traiga sobre nosotros.