miércoles, julio 22, 2009

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Y si me debilito, quizás no te sorprenda verme aferrada al vacío. Eso es lo que he construído: una redoblada distancia de los otros.

martes, julio 21, 2009

Como el fénix

Envuelta en llamas, escuchando susurros de besos en sus oídos, arrullada por unas manos sabias, dejó caer todos los velos que la ocultaban. Una suave humedad se esparcía en su centro. Y sus labios murmuraban ansias y fuego. Unos dedos cargados de ternura despejando esos labios de unos cabellos intrusos, mientras sus ojos se clavaban en los de él, invitando, invadiendo, clamando. Y el fuego extendiéndose. Y el mundo haciéndose cada vez más lejano. Y la realidad se tornaba una sola. Imágenes de besos trepando por sus piernas, de manos descendiendo por su cuello para descansar en sus pechos. Y luego, viceversa. Su piel asaltada por el calor de esa otra piel, por ese ser que tomaba todo de ella. Y sorprenderse por sus manos, curiosas manos, hambrientas manos, que escudriñaban la piel de él, haciéndole emitir sonidos con olor a deseo. Y descubrir su hambre empujándola a tomar todo, a llenarse con sus sabores. A dejar invadir. A retenerlo en sí. Y mezclarse uno en el otro. Y luchar en una danza asfixiante. Jadeos. Caricias. Besos. Movimientos. De él dentro de ella. De ella llamándole más adentro. De manos clavándose en espaldas. De manos sosteniendo unas caderas. De súbitos temblores. De tensión creciente. De ternura exudando pasión a través de una sonrisa coqueta. Para luego, hundirse más aún, más adentro hasta perderse en la mirada del otro, en el placer del otro, en la boca del otro. Hasta que la humedad y la tensión termine llevándolos en una espiral hecha de fuego, jadeos y sudor. Derrotados en el cuerpo del otro, corazones desbocados, tratando de recobrar su identidad. Y como por fruto de la magia, el mundo volviendo a aparecer, materializándose poco a poco al mismo ritmo que sus respiraciones volvían a la calma.