Mientras la luna observaba, le maullaba en el oído, ella respondía ronroneando.
Se paseaba alrededor de él, rozando su piel contra la suya. Se rodeaban oliéndose profundamente. Como en una danza, giraban uno alrededor del otro. El aceptaba la invitación y se montaba en su espalda. Maullaban juntos y terminaban ronroneando.
Desde abajo, la vecina tiraba una piedra al tejado y bufaba -¡Malditos gatos!
4 comentarios:
jajajajaja! EXCELENTE!!!!
muerte a los gatos!
Ma-ra-vi-llo-so
aunque a ratos entiendo a la vecina
saludos desde la nueva boheme
Erato
Muy amarga la vecina, pura envidia.
¿Qué pasó con el título?
Jijijijiji
Igual son molestosos, pero hay cosas que envidio de los animales...es todo más simple.
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