sábado, agosto 23, 2008

De duelos y vida...

Hace unas semanas falleció la bebé de tan solo meses de una colega. A penas saberlo, lloré. Aún no la había conocido. Solo sabía que se llamaba Aurora Luna.

Lo único que vi ante mis ojos fue el dolor de su madre, de su familia. La pena atravesando todos los rostros de los colegas y amigos que me rodeaban en la estrecha cocina del colegio.

Lágrimas corriendo por su cuenta desde mis ojos, haciendo tan patente la pena, la imagen de los brazos vacíos, del corazón partido de su familia.

Y acompañarla a despedirse de esa pequeña vida. Y estar juntos. Y sentir la pena. Y Compartirla un poco en los otros y tratar de darle fuerzas...

...Y las lágrimas que seguían corriendo. El Sol perseverante en su indiferencia ante estos sufrimientos, nos abrigaba. Pero tenía tanto frío, como si algo se hubiese congelado, como si una parte se hubiese desprendido.

La pequeña Aurora, despedida por tantas voces, por tantas lágrimas. Y su madre cimbrándose ante el dolor como si su cuerpo no fuese más que una hoja al viento, a punto de caer.

Cómo una torre a un paso de desmoronarse…

Y verla. Verla y saber de alguna manera lejana, su dolor.

Y durante esos días, sin ganas de hacer, sin fuerzas para moverme. Con lágrimas apareciendo ante el más mínimo recuerdo.

Y los amigos, preguntando qué sería peor, perder un hijo tan pequeño, o si sería aún más doloroso siendo más grandes… Y yo creo que es igual de terrible, cómo un gran movimiento tectónico en el alma, que nos deja una gran fisura, una falla permanente, latente, que en cualquier instante puede traernos el terror y el dolor.

Y después de todo. Preguntarse qué estoy haciendo, temiendo atarme, sin agradecer realmente cada día por mi propia pequeña, por mis grandes afectos. Por quienes se acercan para trazar un puente entre sus soledades y las mías.

Todo por lo que vale la pena mantenerse en una pieza.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buen texto,la sociedad moderna con toda la monstruosidad de la inmediatez no permite reflexionar acerca de la muerte, cuestion que es tan evidente y natural como la vida,tenemos certeza de que nos moriremos pero incerteza en el cuando,al tener conciencia de eso debemos plantearnos con que cada dia tiene su afan y hay que vivirlo como si fuese el ultimo, porque puede ser el ultimo. Nuestra vida en el universo es un pequeño accidente, que debemos aprovechar segundo a segundo. El pasado ya ocurrio, el futuro es un misterio pero el presente es el que esta con sus alegrias y sinsabores. Viva la vida y la muerte porque la muerte nos hace mas vivos.

Asile Arabrab dijo...

Pachuca linda, la muerte de alguien cercano siempre es un cataclismo, una acontecimiento que nos hace mirarnos hacia adentro y valorar las bendiciones que tenemos en nuestras vidas... Y claro que entiendo que siendo un bebe el fallecido te afectará tanto, es como imaginarse que le pasará algo a la pulguita, yo soy su tia y me rehuso a sólo pensarlo y tú eres su madre... En fin hermana, la mejor forma de superar estos difíciles momentos es aprovechando al maximo lo que tenemos... yo agradezco cada día por mi hermosa familia, especialmente por mis angelitos: Luna y Tomás, que llenan de luz, alegría y esperanza cada minuto de mi vida...

Paz dijo...

¡Gracias, hermana! Sin lugar a dudas, estos hechos nos remueven el piso...pero creo que va más allá de la proyección: es triste en si mismo, sin agregarle más...Yo por lo menos me sentí desconsolada, y cada vez que me acuerdo me sucede lo mismo.
Cierto, que estar rodeados de amor, de nuestra familia, hace que cada día tenga tanto que agradecer.
Esa es mi manera de hacerle frente a nuestra fragilidad: estar conciente cada día de los regalos que nos da la vida. Aprovecharlos lo más que se pueda...