viernes, abril 27, 2012

Desperté invadida

Durmiendo las muy escasas horas de sueño asignadas para mi esa noche, nada llegó desde el mundo regido por Morfeo, pero antes de abrir los ojos una mirada y una sonrisa aparecieron en mi memoria. Imposible no querer retenerlos, así que hundiéndome en la cama, llamé por unos minutos más de ese reino, para ver si allí se encontraba el dueño de esa sonrisa. Pero en el sueño no estaba. Solo durante el instante antes de abrir los ojos y despertar, se hacia presente, en unos mezquinos segundos. Y así parecía habitar esa tierra de nadie, en donde no se es sueño ni realidad, donde no es posible fijar la mirada en esos ojos, ni preguntar la razón de esa sonrisa malévola. Solo quedarse con las conjeturas. Con el llamado, con el sabor de los besos que no pueden ser.

8 comentarios:

Jim™ dijo...

me gusta, me da pena, nostalgia quizas, de aquellos tiempos...
no mucha, que quede claro ja!
Te extraño, extraño a tu hija...
Las vere luego.
Mejorate!

Anónimo dijo...

mas..mas...queremos mas!!!

Anónimo dijo...

gracias... te quiero mucho!!

Anónimo dijo...

Algunos volvemos aqui para encontrarte...no dejes de publicar lo que escribes!!

Anónimo dijo...

De Negro Dolina

El enamorado no desea el olvido, lo que quiere es que el objeto de su amor modifique sus preferencias, pero no el olvido.
El enamorado quiere perseverar, no quiere sacárselo al amor.
El que está enamorado de veras, con esa espantosa pertinacia que bloquea la mente, el alma, con esa razón ciega del enamorado contrariado, ese tipo no se quiere olvidar, se quiere acordar.
Y si alguien le trae en una mano el olvido y en la otra el sufrimiento, el tipo elige el sufrimiento. Porque le parece que ahí se está retemplando. Y le parece -y le parece mal- que el objeto de su amor, que la persona amada, va a registrar ese acto de nobleza, va a registrar que él eligió no olvidarla y prefirió sufrir. Lo va a registrar en ésta, o en otra vida. O que algunas entidades divinas van a registrar ese acto de nobleza y lo van a recompensar. Alguien va a venir, un ángel, pongamos por caso, y le va a decir "has sido noble, has elegido el sufrimiento en vez del olvido, entonces te daré el siguiente don: la persona que tú amas te amará". Bueno, todo eso cree, erróneamente, el enamorado, porque no sucederá eso.
Ese gesto de nobleza -supuesta nobleza- de elegir el sufrimiento, nadie lo va a registrar como positivo. Nadie. Menos que nadie, la persona que él ama, que registrará eso como un objeto de locura.
Porque, ¿qué hace una persona decente cuando uno no la quiere? Te olvida. Y éste no. En vez de olvidarme, cosa que me permitiría librarme de su presencia molesta en todas partes, no, elige sufrir. ¿Y qué me produce a mí, que soy el objeto de su amor, este sufrimiento? Culpa. Yo quisiera que él no sufriera, pero no porque me importe él, sino porque no quiero que me moleste. Es decir, de esa manera tan mezquina se produce la cosa.
Así que nadie va a tirarse de una roca. Y si se va a tirar, se va a tirar más para matarse que para olvidar.
Pero y tampoco porque le interese poner fin a su vida. No. Le interesa más hacer algún efecto en la persona que él ama. Como un último intento, como un último intento de seducción: la muerte -el joven Werther, se mata-. "A ver, atajate ésta: ¿Así que no te gusta el saco que me he comprado para seducirte? Fenómeno. ¿Así que no te gustan los versos que te he recitado? Fenómeno. ¿Así que no te gustan los músculos que me han salido de tanto ir al gimnasio? Fenómeno. A ver si te gusta ésto." Y se tira. ¿Para qué? ¡Para matarse! Y ahora, vas a ver, le van a decir y va a decir "uh este se ha matado por mí, como lo amo"... tampoco va a suceder eso.


Porque el enamorado rechazado no tiene salvación. En ninguna vida. Es el peor de los castigados posibles de la historia y de la economía humana. El asesino arrepentido tiene un perdón y tiene un lugar entre los justos, si se arrepiente a tiempo. El que fue pobre, también. El que fue víctima de injusticia, también, si tiene suerte, quizás hasta en esta misma vida la injusticia puede repararse.
Pero el que no fue querido, el que amó y no fue amado, ése no tiene salvación. Ése es el único condenado, es cierto, de cualquier régimen purgatorio, es decir, del cielo y del infierno.

Anónimo dijo...

Porque, cuando se vaya al cielo -si se va, y yo calculo que un enamorado rechazado no va al cielo nunca-, si se va al cielo, con la esperanza de que allí va a ser recompensado por aquellos gestos que tuvo, que a él le parecen fantásticos, lo que va a encontrar en el cielo es a la mina que a él le gustaba con otro tipo, el mismo con el cual la vio una tarde en la vereda de su casa. ¡El mismo tipo! El tipo llega al cielo y dice "eeh por fin! ahora q me he muerto, etc...", espera que se muera la mina, dice "bueno ahora ya está, a ver que pasa..." y la mina aparece otra vez con el mismo tipo.
En el infierno ni que hablar. En el infierno por empezar no hay amenaza, es la única cosa buena que tiene el infierno, ¿quién te va a amenazar? La amenaza es la promesa de un mal inminente. ¿Qué me vas a prometer peor q estar aquí ardiendo?


Así que, yo lamento tener que decir esto, pero es completamente ineficaz. El que se enamora y no lo quieren, tiene una sola salida, que es el camino que conduce a otra persona.
Ésa es la única salida, hay que huir en dirección a otra persona. Cuando uno tiene la desgracia de enamorarse de alguien que no lo quiere, corra, corra, ¡pero corra! Corra pero muy ligero, muy ligero... hacia otra mujer, hacia otro hombre. Y arrojesé en sus brazos. Y busque a la que perdió alli.
Sí, no busque nunca abrazos que no lo quieren, nunca, no lo haga

Anónimo dijo...

Pero como puede ser que no escribas hace tanto tiempo! te voy a denunciar ;) !
Vuelve! porque es justo y necesario!
Saludos!

Anónimo dijo...

Que la vida sea un mito ya no importa porque seguiré siendo un mito amable e inalcanzable de tu ausencia...