domingo, noviembre 22, 2009

Hoy me voy

Sacudirá el abrigo rojo, con paciente letanía enfundará sus brazos en él. Sin temor dejará las llaves sobre la mesa y solo tomará su teléfono para hacer aquella ineludible última llamada. La puerta sonará al cerrarse tras de ella.

Caminará unas cuantas cuadras, el mismo recorrido que suele hacer cada día. Disfrutará como nunca antes, el suave arrullo del viento entre sus cabellos, las risas de la gente, la gravilla del parque crujiendo bajo sus pies. El sol colándose entre las ramas hará ver las hojas más verdes aún.

Y luego al cruzar, observará atentamente a aquel que pueda convertirse en su verdugo involuntario.

A uno al que la vida le haga andar más rápido de lo debido, a ese usará, y en el último instante, antes de que el amarillo se torne en rojo, cuando haya acelerado, entonces, dará ese paso hacia el vacío. Hacia la nada.

Y probablemente, saltará por los aires.

Y sin lugar a dudas, su sangre teñirá de carmesí su ya rojo abrigo. Y alguien tomará su teléfono y lo llamará. Y entonces bajará del auto para enfrentarse al final de su obra.

Solo eso le faltaba.

Y entonces entenderá, aquel críptico mensaje que ella le había enviado: “Hoy me voy”

miércoles, octubre 21, 2009

Ètereo

Se sentó en el banco, balanceando las piernas…sus zapatos gastados acariciaban al viento que amenazaba con llevarse su etéreo cuerpo.

De tanta desesperanza la piel se le había hecho cenizas, los huesos, polvo.

Hasta la más leve brizna podría hacerlo remontar. Y atrás solo quedarían unos zapatos gastados y el triste silencio de las plumas de sus alas al caer.

lunes, agosto 24, 2009

A ras de suelo

Bototos negros envolviendo un pantalón de lona camuflado. Zapatos taco aguja, cuero italianos. Zapatillas reggetoneras, acharoladas. Otras zapatillas, lona negra, caña alta. Zapatos medio taco, antómicos anti-callos. Cuero deslavado, seco, suelas gastadas, cordones casi cortándose. Unos enfrentados a otros, arremolinados a ras de suelo, tratando de no pisarse unos a otros mientras al carro suben otros ejemplares similares. Frente a esta tábula rasa, los zapatos del filósofo reflexionan sobre el poder del metro para hacernos iguales a todos. Parte.

miércoles, julio 22, 2009

...

Y si me debilito, quizás no te sorprenda verme aferrada al vacío. Eso es lo que he construído: una redoblada distancia de los otros.

martes, julio 21, 2009

Como el fénix

Envuelta en llamas, escuchando susurros de besos en sus oídos, arrullada por unas manos sabias, dejó caer todos los velos que la ocultaban. Una suave humedad se esparcía en su centro. Y sus labios murmuraban ansias y fuego. Unos dedos cargados de ternura despejando esos labios de unos cabellos intrusos, mientras sus ojos se clavaban en los de él, invitando, invadiendo, clamando. Y el fuego extendiéndose. Y el mundo haciéndose cada vez más lejano. Y la realidad se tornaba una sola. Imágenes de besos trepando por sus piernas, de manos descendiendo por su cuello para descansar en sus pechos. Y luego, viceversa. Su piel asaltada por el calor de esa otra piel, por ese ser que tomaba todo de ella. Y sorprenderse por sus manos, curiosas manos, hambrientas manos, que escudriñaban la piel de él, haciéndole emitir sonidos con olor a deseo. Y descubrir su hambre empujándola a tomar todo, a llenarse con sus sabores. A dejar invadir. A retenerlo en sí. Y mezclarse uno en el otro. Y luchar en una danza asfixiante. Jadeos. Caricias. Besos. Movimientos. De él dentro de ella. De ella llamándole más adentro. De manos clavándose en espaldas. De manos sosteniendo unas caderas. De súbitos temblores. De tensión creciente. De ternura exudando pasión a través de una sonrisa coqueta. Para luego, hundirse más aún, más adentro hasta perderse en la mirada del otro, en el placer del otro, en la boca del otro. Hasta que la humedad y la tensión termine llevándolos en una espiral hecha de fuego, jadeos y sudor. Derrotados en el cuerpo del otro, corazones desbocados, tratando de recobrar su identidad. Y como por fruto de la magia, el mundo volviendo a aparecer, materializándose poco a poco al mismo ritmo que sus respiraciones volvían a la calma.

domingo, junio 07, 2009

Ver la belleza

He andado pensando qué hace que amemos a alguien ¿Qué ruleta cósmica hace que nos encontremos con alguien y queramos conocerlo, degustarlo y tenerlo todo?

Se me aparece la idea que amar es encontrarse con la belleza de ese otro, con lo que subyace a lo evidente, con las fragilidades y las fortalezas. Con las historias heroicas y de las otras también.

Amar es poder ver a alguien como nadie lo ve. Es saberse conocedor de un secreto que no puedes compartir porque lo tienes guardado entre el alma y la piel.

Extraño la sensación de que algún extraño se transforme en la persona a la que pueda ver.

Claro, siempre están esas personas, las que forman parte de tu vida de manera inamovible, esas cuyas bellezas forman parte del paisaje de tu vida. Yo por suerte, tengo muchas y me encuentro rodeada de esas luces.

Además, en mi profesión, debes poder encontrarte con cada una de las personas que están a tu cuidado, y para ello debes aprender a ver sus bellezas, a quererlas y cobijarlas. Es un trabajo arduo y hermoso.

Pero aún me queda ese espacio, que algunos días con más fuerza que otros, me recuerda que aún debo encontrar algo, que debo observar y estar atenta. No sea que esa belleza, destinada solo para mis ojos, pase por mi lado y la deje ir.

jueves, mayo 28, 2009

Este no es mío...es de Oliverio Girondo

POEMA 12 Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, se despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehuyen, se evaden, y se entregan.

domingo, mayo 24, 2009

Versus

Se me llena de preguntas el alma, mientras una voz me dice que no piense tanto, que para qué. Y si no la oigo, es porque no puedo, de dónde saco la energía para ser otra, para no pensarlo y repensarlo. Para evitar darlo vuelta y desmenuzarlo, para abrirme paso entre las sensaciones, el miedo y la razón que me ayuda a bancarme lo que sea que venga. Nada de eso parece tener asidero en una noche demasiado clara para temerla. Pero así es, me tengo algo de miedo, por esta otra que soy a veces, tan valiente y gustosa de besar bocas nuevas sin más preámbulos ni seguros. Esa otra que se arriesga sin garantías de nada. Que se da poco o mucho sin pensar en amaneceres. Esa que no escatima cercanías, ni verdades ni sonrisas. Me agrada ella. Pero recién la estoy conociendo. Recién la dejo salir y guiar, aventurarse a ver qué encuentra. La dejo ser guiada por mis anhelos. Mis apetitos. Y ella mira, observa y no teme. Y nos deja envolver por miradas, por suaves arrullos, por brazos hambrientos, por manos curiosas, por sonrisas malévolas. Y así es ella, responde a todo con sonrisas traviesas, saboréandolo todo. Y yo me guardo esos sabores en la memoria para alimentar a los anhelos que habitan mis días, y dibujar una sonrisa silenciosa.

domingo, mayo 03, 2009

Era feliz

Mientras se columpiaba en la baranda, contemplando alegre a los otros que como ella, retozaban en la terraza.

En unos instantes partirían a comprar los ingredientes necesarios para el tardío almuerzo pos noche de copas, asado y risas. Nada mejor que un cocimiento hecho por manos amigas para alargar la risa que surcaba su rostro durante todo el fin de semana.

Y luego de llevar los marinos elementos, y de que manos sabias los combinaran en la olla, ponerse a esperar, con el fuego y las conversaciones calentando el húmedo día de otoño en la playa.

Nada más que desear. Por unos instantes al menos.

Claro, porque la felicidad que la rodeaba, llenaba en esos instantes todo el espacio de la tristeza. Tristeza por su tía, cuyas cenizas habían comenzado su viaje hacia el infinito en esa misma playa, y también por aquellos amores que terminaron en sequía e incluso por aquellos que no pasaron de ser una hipótesis por confirmar, tristeza por todo lo que deseaba y no podía alcanzar. Todo eso quedaba silenciado por la compañía, las palabras, la confianza compartida y la brisa que la besaba y le robaba los besos que guardaba intactos desde hace algún tiempo.

Y así transcurría un almuerzo más, con el vino acompañando sus últimos instantes en la playa.

Y así el viaje de regreso fue confortable, sola en el bus, se sentía llena, no solo por el hermoso almuerzo sino también por la exquisita dosis de amistad que la había abrazado durante esos días.

Ahora volvía hacia sus otros afectos, hacia el abrazo de su niña Luna.

viernes, abril 24, 2009

Buena idea

Quizás me comí esa boca por hambrienta y por loca.

De pie en el ascensor parecía una buena idea. Lanzarse al vació sin correa, sin seguro. Lanzarse hacia ese beso que lo diría todo en un segundo.

Y descubrir que está allí para mí, para terminar en ese ascensor atrapados en un beso.

Equilibrarse entre un piso y otro con mis piernas alrededor de su cintura.

Parecía correcto.

Caminar encumbrada en su cuerpo, mientras con dificultad abría la puerta del departamento.

Entrar y encontrarme entre sus besos y la pared. Con una mano firmemente aferrada a mis caderas y la otra sacando el pelo de mi cara, en la mezcla más extraña de dulzura y pasión.

Caer al sillón, a medio camino de estar desnudos, con las ropas colgando de nuestros cuerpos.

Golosamente queriendo recorrer cada pequeño trozo de piel, descubrir cada retazo de ese otro a quien beso.

Y el beso que no se acaba, porque siempre comienza uno nuevo, por el cuello, la oreja, los pechos, la boca y también la punta de la nariz. Y querer probar y lamer su piel, oler cada cadencia, cada matiz de su esencia. Trazar su geografía, deslizando mis sentidos para guardarlo todo.

Y caer el uno en el otro, a medio camino entre el sillón y la cama. Arribando a un pacto intermedio donde solo los cuerpos envueltos del uno en el otro importaban.

Ser mecida por el fuerte embate de su cuerpo en el mío. De su fuerza abarcando mis sentidos. Y solo querer dar la pelea por un encuentro más, alzando mis caderas para enfrentarle, para gemirle al oído, para dejarle ir más adentro.

Y todo eso por un tiempo infinito, en donde las estrellas se trepaban por la ventana.

Y llegar a la cama, sin saber por qué milagro, caer sobre él, para tenerle adentro, dejándome deslizar despacio por sobre sus caderas, acariciando con mis manos su piel de piedra, de fuego. Apoyada en su pecho empujarle más adentro. Y sentirle alzándome, aferrado a mis caderas, mientras su vista me recorría toda, y naufragar en ese vaivén fija mi vista en su mirada.

Despiadada mirada. Ambiciosa mirada. Enamorada mirada.

Todo para terminar entrelazando sudores y jadeos. Para sentir sus manos quitándome el cabello de la cara. Para abrazados arrullar nuestro sueño.